
El injerto nervioso es un método quirúrgico para reparar nervios periféricos dañados, puenteando el defecto con tejido nervioso del propio cuerpo o de un donante para ayudar a recuperar el movimiento o la sensibilidad perdidos.
Las lesiones nerviosas graves pueden conducir a discapacidad permanente si no se tratan, pero una reconstrucción oportuna puede mejorar significativamente la recuperación.
En esta página explicamos cómo funcionan los injertos nerviosos, para quién están indicados, los tipos disponibles, cómo se realiza la cirugía y qué esperar durante la recuperación.
Un injerto nervioso es una técnica quirúrgica que repara un nervio dañado o seccionado puenteando la brecha entre dos extremos nerviosos con un fragmento de tejido nervioso. Este tejido puede proceder del propio paciente (autoinjerto) o de un donante (aloinjerto). El injerto actúa como andamiaje y guía a las fibras nerviosas en regeneración (axones) desde el muñón proximal hasta el extremo distal, ayudando a restaurar la función sensitiva o motora.
El injerto nervioso se utiliza típicamente cuando:
Este enfoque se emplea con mayor frecuencia en lesiones de nervios periféricos, como las que afectan brazos, manos, piernas o la cara. El injerto permite que los axones en regeneración crucen la brecha y se reconecten con sus tejidos diana, favoreciendo la recuperación funcional con el tiempo.
Un injerto nervioso sirve como un puente físico y biológico entre los dos extremos de un nervio dañado. Guía el crecimiento de los axones en regeneración desde el extremo proximal (más cercano a la médula espinal) del nervio lesionado hacia el extremo distal (más alejado), donde el nervio se conectaba con músculos u órganos sensoriales.
Obtención del injerto
En los autoinjertos, los cirujanos toman un fragmento de tejido nervioso, a menudo el nervio sural de la pierna, del paciente. En los aloinjertos, se utiliza tejido nervioso de donante, procesado para eliminar células que puedan causar rechazo.
Puentear la brecha
El injerto se sutura entre los dos extremos del nervio lesionado. Debe coincidir en diámetro y orientación para permitir una regeneración adecuada.
Regeneración axonal
Los axones del extremo sano crecen dentro del injerto. La estructura interna del injerto (túbulos endoneurales y matriz extracelular) ayuda a guiarlos por la vía correcta.
Reinervación
A medida que los axones alcanzan el extremo distal, continúan creciendo hacia su objetivo original, como un músculo o un receptor cutáneo. Si tiene éxito, la función nerviosa puede comenzar a recuperarse.
Los injertos nerviosos no restauran la función de inmediato. Las fibras nerviosas crecen a un ritmo medio de 1–3 mm al día, por lo que la recuperación puede tardar meses o incluso años según el sitio de la lesión.
La cirugía de injerto nervioso restaura la continuidad de un nervio periférico puenteando la brecha entre los extremos seccionados con un injerto. Este guía a los axones en regeneración desde el nervio sano hacia el tejido diana, permitiendo la reconexión. Así se favorece el retorno gradual de la función sensitiva o motora, según el nervio implicado.
Una persona puede ser candidata a un injerto nervioso si presenta una lesión de un nervio periférico que no puede repararse con sutura directa por existir una brecha entre los extremos seccionados. En estos casos, el injerto ofrece un andamiaje para la regeneración axonal. La idoneidad depende de varios factores clínicos:
Los pacientes con daño nervioso por traumatismo penetrante, resección quirúrgica o ciertos tipos de compresión pueden beneficiarse del injerto si la anatomía y el momento son favorables. En casos limítrofes, la imagen avanzada y la estimulación nerviosa intraoperatoria ayudan a determinar el mejor abordaje.
Existen varios tipos de injertos para reparar lesiones de nervios periféricos. La elección depende del tamaño de la brecha, del tipo de nervio lesionado y de factores específicos del paciente. Cada tipo presenta ventajas y limitaciones en disponibilidad, complejidad quirúrgica y resultados.
Es el tipo más utilizado. Los cirujanos extraen un fragmento de nervio del propio paciente, típicamente el sural, el cutáneo antebraquial medial o el auricular mayor.
Los aloinjertos utilizan tejido nervioso humano procesado, como el Avance® Nerve Graft. Estos injertos se descelularizan para minimizar la respuesta inmune.
Son tubos artificiales de materiales como colágeno o ácido poliglicólico que guían la regeneración a través de brechas cortas.
Consisten en trasplantar tejido nervioso con su aporte sanguíneo intacto; se usan en reconstrucciones complejas o campos quirúrgicos cicatrizados.
Algunos injertos avanzados incorporan agentes biológicos para promover una regeneración más rápida o completa.
La elección del injerto se basa en la longitud de la brecha, la función del nervio (sensitivo vs. motor), el momento de la cirugía y la necesidad de minimizar la morbilidad del sitio donante.
Un injerto nervioso Avance® es un aloinjerto humano procesado para reparar lesiones de nervios periféricos. Está descelularizado para reducir la respuesta inmune preservando su estructura interna. Se utiliza para brechas cortas o moderadas cuando el autoinjerto no es factible o para evitar complicaciones en el sitio donante. Es común en reparaciones de mano y cara.
La cirugía de injerto nervioso es un procedimiento microquirúrgico que consiste en puentear la brecha entre dos extremos de un nervio periférico dañado con un segmento de tejido nervioso. El objetivo es guiar el recrecimiento axonal a través de la brecha y restaurar la función. Suele realizarse bajo anestesia general por cirujanos plásticos, ortopédicos o neurocirujanos especializados en reconstrucción de nervio periférico.
Exposición quirúrgica del nervio lesionado
El cirujano identifica y expone el nervio mediante una incisión. Se evalúan cuidadosamente los extremos proximal y distal.
Desbridamiento de los extremos nerviosos
Se recorta el tejido dañado o cicatricial hasta fascículos sanos. Esto asegura la conexión con tejido nervioso viable.
Selección y preparación del injerto
Coaptación microquirúrgica
Con microscopio operador, el cirujano sutura el injerto a los dos extremos con suturas ultrafinas no reabsorbibles. Puede usarse pegamento de fibrina para reforzar la reparación.
Alineación y orientación
La alineación adecuada de los fascículos es crucial para la recuperación funcional. Cuando es posible, se alinean vías motoras y sensitivas.
Cierre y vendaje
La incisión se cierra por planos. Se coloca una férula o vendaje para inmovilizar el miembro y proteger el injerto.
La recuperación posquirúrgica se centra en proteger la zona reparada, mantener la movilidad articular e iniciar un plan de rehabilitación supervisado. El éxito depende, entre otros factores, de la distancia que deban regenerar los axones, de la edad del paciente y de la precocidad de la reparación tras la lesión.
El injerto nervioso puentea una brecha con un injerto que guía el crecimiento axonal a través de la lesión. La transferencia nerviosa redirige un nervio sano cercano para reinervar un músculo o área diana. Las transferencias suelen ser más rápidas y se usan cuando los injertos no son viables por brechas largas o tratamiento tardío.
La recuperación es gradual y depende de la distancia que deben regenerar los nervios, de la localización de la lesión y del estado general del paciente. La recuperación completa puede tardar varios meses o más de un año.
Aun con tratamiento óptimo, no todos los pacientes recuperan totalmente la fuerza o la sensibilidad. Sin embargo, la cirugía temprana combinada con una rehabilitación estructurada mejora las posibilidades de una recuperación funcional significativa.
La recuperación incluye fisioterapia, terapia ocupacional y controles periódicos. Las terapias se centran en mantener la movilidad articular, prevenir la atrofia muscular y reeducar funciones motoras y sensitivas. También pueden emplearse estimulación eléctrica, férulas y reeducación sensorial. El seguimiento regular monitoriza la regeneración nerviosa y ajusta el plan de cuidados.
Un injerto nervioso actúa como puente entre los dos extremos de un nervio dañado. Guía a los axones en regeneración a través del sitio de la lesión, ayudando a restablecer la conexión con músculos o piel. Esto favorece la recuperación del movimiento o la sensibilidad, según la función del nervio reparado.
La recuperación tras un injerto nervioso suele llevar de 6 a 12 meses, dependiendo de la localización y longitud de la lesión. Los nervios regeneran alrededor de 1 mm al día; mayores distancias requieren más tiempo. La recuperación completa puede superar un año, especialmente en nervios motores o lesiones proximales.
La tasa de éxito varía según el tipo de lesión, la localización y el momento de la cirugía. Los injertos de nervios sensitivos logran tasas del 70–90 %, mientras que la recuperación motora es menor, a menudo del 50–70 %. En un estudio de 385 reparaciones nerviosas, que incluyó nervios sensitivos, mixtos y motores, alrededor del 82 % alcanzó una recuperación funcional significativa.
La cirugía temprana, la menor longitud del injerto y una rehabilitación adecuada mejoran los resultados. No siempre se garantiza el retorno completo de la función.
El injerto nervioso cruzado facial es una técnica de reconstrucción del nervio facial. Los cirujanos toman un injerto (habitualmente el nervio sural) y lo conectan desde el lado sano del nervio facial hasta el lado paralizado. Aporta axones motores a través de la cara, permitiendo la reanimación de los músculos faciales del lado afectado.
Los sitios donantes más comunes incluyen el nervio sural (pierna), el nervio cutáneo antebraquial medial (antebrazo) y el nervio auricular mayor (cuello). Estos nervios suelen ser sensitivos, por lo que su extracción causa una pérdida funcional mínima. La elección depende de la longitud de injerto necesaria, la accesibilidad y la minimización de la morbilidad.
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