¿Sufres dolor nervioso, debilidad u hormigueo? La cirugía de nervios periféricos puede restaurar la función, aliviar el dolor y prevenir daños permanentes, ofreciendo alivio duradero y una mejor calidad de vida.
La cirugía de nervios periféricos es un procedimiento médico utilizado para reparar o aliviar el daño en los nervios fuera del cerebro y la médula espinal, llamados nervios periféricos. Estos nervios controlan el movimiento, la sensibilidad y las funciones corporales.
El daño a los nervios periféricos por lesión, compresión o tumores puede causar dolor, debilidad o incluso pérdida permanente de la función. Los estudios muestran que la descompresión nerviosa puede alcanzar tasas de éxito de hasta el 86% en casos seleccionados. El diagnóstico y tratamiento tempranos son clave para mejores resultados.
La cirugía de nervios periféricos es un campo quirúrgico especializado centrado en el diagnóstico y tratamiento de trastornos que afectan a los nervios periféricos, la red de nervios fuera del cerebro y la médula espinal. Estos nervios controlan el movimiento, la sensibilidad y la función en todo el cuerpo.
La cirugía de nervios periféricos busca restaurar la función nerviosa, aliviar el dolor y prevenir más daño. Puede implicar reparar un nervio dañado, extirpar un tumor del nervio o liberar un nervio comprimido.
Los cirujanos pueden operar una variedad de problemas de nervios periféricos, entre ellos:
Los procedimientos pueden incluir reparación nerviosa, injerto nervioso, neurólisis (liberar el nervio del tejido cicatricial) o transferencia nerviosa. En algunos casos, la cirugía se combina con cirugía plástica u otras técnicas reconstructivas para mejorar los resultados.
La cirugía de nervios periféricos suele realizarse por un equipo multidisciplinario que incluye neurocirujanos, cirujanos plásticos y especialistas en rehabilitación. El objetivo no es solo abordar el daño físico, sino recuperar la mayor función y calidad de vida posible.
Los nervios periféricos son los nervios fuera del cerebro y la médula espinal. Conectan el sistema nervioso central con las extremidades, los músculos, la piel y los órganos internos. Estos nervios controlan tanto los movimientos voluntarios—como caminar o sostener objetos—como funciones involuntarias, como la frecuencia cardíaca y la digestión.
Los nervios periféricos se dividen en tres tipos principales:
Aunque estos nervios son flexibles y resistentes, son vulnerables al daño. Las causas de lesión de nervios periféricos incluyen:
Cuando un nervio periférico se daña, se interrumpen las señales entre el cerebro y el cuerpo. Esto puede provocar:
En algunos casos, tratamientos conservadores como fisioterapia, medicación o bloqueos nerviosos ayudan. Pero cuando el nervio está gravemente dañado, comprimido o invadido por un tumor del nervio, puede ser necesaria la cirugía para aliviar síntomas, restaurar la función o prevenir una pérdida nerviosa permanente.
Una lesión nerviosa o una neuropatía periférica puede originarse en un tumor nervioso cuando el tumor comprime, estira o invade el nervio. Tumores benignos como schwannomas y neurofibromas pueden causar dolor, entumecimiento o debilidad. El diagnóstico precoz es clave para evitar daños permanentes y determinar si se requiere cirugía.
No todas las afecciones de nervios periféricos requieren cirugía. Sin embargo, cuando los síntomas persisten, empeoran o amenazan la función a largo plazo, puede ser necesario el tratamiento quirúrgico. Estos son los principales tipos de problemas que pueden requerir intervención:
Las lesiones de nervios periféricos por traumatismos—como cortes, aplastamientos o estiramientos—pueden seccionar parcial o completamente un nervio. En esos casos, puede ser necesaria la cirugía para:
Las neuropatías por atrapamiento ocurren cuando un nervio es comprimido o “pinzado” por el tejido circundante. Tipos comunes incluyen:
Si fallan los tratamientos no quirúrgicos, puede requerirse liberar el nervio mediante cirugía para restaurar la función.
Los tumores nerviosos son crecimientos anormales que se forman en o alrededor de los nervios periféricos. Pueden incluir:
Estos tumores pueden causar dolor nervioso, entumecimiento, debilidad o hinchazón visible. A menudo se requiere extirpación quirúrgica si el tumor comprime el nervio, causa deterioro funcional o muestra signos de malignidad.
Otro problema postraumático frecuente es la formación de neuromas—una masa enmarañada de fibras nerviosas en el sitio de la lesión. Los neuromas pueden provocar dolor crónico e hipersensibilidad. Puede ser necesaria la escisión o revisión quirúrgica si el dolor es intenso y persistente.
En todos estos casos, la cirugía puede prevenir daños nerviosos permanentes, reducir el dolor y mejorar la movilidad y la calidad de vida.
Antes de la cirugía de nervios periféricos, los médicos emplean varias herramientas para confirmar el diagnóstico y evaluar la gravedad del problema nervioso.
Una evaluación completa incluye:
Se determina si el problema se debe a una lesión nerviosa, una neuropatía u otra afección.
Las pruebas diagnósticas comunes incluyen:
Estos pasos ayudan a decidir si la cirugía es necesaria o si es mejor comenzar con otros tratamientos.
La cirugía de nervios periféricos se adapta al tipo y a la ubicación del problema nervioso. El objetivo es restaurar la función, aliviar el dolor neuropático y prevenir más daño.
Los pasos quirúrgicos varían según la afección:
A menudo se emplean lupas de aumento e instrumentos finos para proteger los delicados nervios periféricos.
La mayoría de los procedimientos se realizan con anestesia general. El tiempo de recuperación depende de la extensión de la lesión nerviosa y de la técnica utilizada.
La recuperación de la cirugía de nervios periféricos depende del tipo de procedimiento, del grado de la lesión y del estado general de salud del paciente.
Tras la cirugía, los pacientes pueden experimentar debilidad, entumecimiento o dolor temporales mientras el nervio cicatriza. La regeneración nerviosa es lenta—típicamente alrededor de 1 mm al día—por lo que la mejoría puede tardar semanas o meses.
La rehabilitación es clave e incluye:
En casos de neuropatía periférica, la recuperación se centra en controlar síntomas y mejorar la conducción nerviosa.
Los resultados varían según:
Muchos pacientes recuperan la función y experimentan alivio del dolor nervioso. Sin embargo, algunos pueden presentar debilidad persistente, entumecimiento o menor coordinación, especialmente si la cirugía se retrasó o el daño nervioso era grave. El seguimiento regular es esencial para controlar el progreso y ajustar la atención.
La recuperación varía, pero la regeneración nerviosa ocurre típicamente a unos 1 milímetro por día. El retorno de la sensibilidad o el movimiento puede llevar de semanas a meses, según la localización y la gravedad de la lesión. La recuperación completa puede tardar hasta un año o más en casos complejos.
Las tasas de éxito varían según el tipo de procedimiento y el contexto. Para la descompresión nerviosa (realizada comúnmente en cuadros como cefaleas crónicas), datos agrupados muestran un 86% de éxito, superando la estimulación nerviosa (68%) y las intervenciones por radiofrecuencia (55%).
En la liberación del túnel carpiano, una forma de descompresión nerviosa periférica, el éxito clínico oscila entre el 75% y el 90%; el 86% de los pacientes muestra mejoría, aunque solo el 26% alcanza recuperación completa.
En las cirugías de reparación nerviosa, los resultados tienden a ser más modestos. Una metaanálisis encontró que menos de la mitad de los pacientes logró una recuperación de buena a excelente en función motora o sensitiva. Otro estudio informó un 82% de recuperación significativa en reparaciones de nervios sensitivos, mixtos y motores.
La duración depende del tipo y la complejidad del procedimiento. Una descompresión simple puede durar 30–60 minutos, mientras que cirugías más complejas (como injertos nerviosos o extirpación de tumores) pueden durar 2–4 horas o más. El plan quirúrgico se adapta a la afección nerviosa específica del paciente.
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